CELEBREMOS A LA MADRE MIXTECA

Con amor y respeto a la madre mixteca.

Reza una canción de los famosísimos Cadetes de Linares:

Despedida con mariachi, así lo pidió mi madre. 

Con gusto entregó al eterno, la vida que quiso darle.

Decía mi madre sonriendo, mi misión ya está cumplida,

Si el tiempo acorta mis pasos, para qué quiero más vida.

Si suena esa pieza en una fiesta de día de las madres, varias personas pegarán un grito de puritíto gusto. Sin embargo, la cosa cambiará dramáticamente si la tocan en un funeral, porque el motivo será el dolor de la pérdida y las lágrimas no podrán contenerse.

Cuánta gente de nuestra mixteca se va de sus pueblos, abandona su tierra querida en busca de mejorar su situación y tienen que dejar todo atrás, incluyendo a su madre. Platican estas gentes que lo más feo es esa sensación de que a lo mejor ya no la volverán a ver. Y en muchos casos esto se cumple.

Madre con sus hijos.

Sin embargo, hay casos más afortunados en los que seguimos viendo a nuestra madre porque las circunstancias nos permiten estar cerca. No obstante, la vida está hecha de tiempo y llega el día en que ves a tu madre entrada en años. Ya no se ve tan fuerte como antes. Quizás en ese punto, te das cuenta de la crianza que recibiste y que mucho de la persona en que te has convertido se lo debes a ella.

Y es ahí cuando los recuerdos asaltan. Te acuerdas de tu pueblo, allá en la mixteca, que en ese entonces era un lugar más pequeño. No estaba pavimentado, las casas eran pocas y humildes, pero tenías la alegría propia de la niñez. 

Madre con hijo.

Recuerdas cuando salías a jugar con tus hermanos al campo y en una de esas le pegaste un pedradón a uno de ellos. Repentinamente te dabas cuenta de que cuando regresaras, tu madre te iba a dar una chinga con una vara, con el huarache o con lo que tuviera en la mano. Porque así era como se enseñaba respeto. Y funcionó.  

Recuerdas cuando andabas lleno de tierra, todo mugroso con los mocos escurriendo. Tu madre te veía y te gritaba: ¡Muchacho chingado, no te ensucies y límpiate las narices! Pero no le hacías caso y preferías andar todo “chituco” de tierra. Hasta que te agarraba y te chilundeába para bañarte a puro jicarazo con agua fría. Porque así era como se enseñaba a ser limpio. Y funcionó.

¿Recuerdas que a veces la situación se ponía económicamente difícil? Y a pesar de eso, te educaron en la honradez y en el trabajo. Porque en esos momentos de crisis es cuando había que sacar el carácter. Y las madres mixtecas lo tienen de sobra. Jamás se echaban para atrás cuando se trataba de trabajo, incluso si era de sol a sol. Te levantaban temprano, te asignaban tus quehaceres para salir adelante con los compromisos y cuidadito y rezongaras, porque te ponían tu chinga. Porque así era como se enseñaba a trabajar y ser honrado. Y funcionó.

Y seguramente recuerdas aquellas veces en las que fuiste desobediente y llegabas bebido, esperando su regaño al día siguiente. O aquellas veces en las que desoíste sus consejos y pagaste las consecuencias. O incluso aquellas veces en las que te encubrió cuando no debía hacerlo. 

Son tantas las demostraciones de amor de una madre, que es imposible hacer un recuento de cada una.

Paisanos de Acatlán, supongo que son varias las personas que ya no tienen a su madre, por lo tanto, les mandamos un abrazo. Y para las almas paisanas de nuestra mixteca, que todavía tienen la fortuna de tener a su madre a su lado, abrácenla con harto respeto y cariño.

Una madre quiere que su descendencia siga adelante con su vida, porque consciente o no, te enseñó lo que pudo y como pudo, porque eso es lo que hacen las madres.

Familia Mixteca.

Gracias Cadetes de Linares por escribir una canción tan hermosa, inspirada en esa mujer tan importante en la vida de cualquiera. Sin embargo, el especial agradecimiento -desde el alma- es para esa persona a la que se han dedicado estas líneas. Nuestra madre.

Celebremos con amor y respeto a la madre mixteca.

Froylan el caminante

‘Sigue mis pasos y te mostraré mis senderos.’

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