El Cerro Campana

Uno de los gigantes más representativos de la mixteca poblana.

La historia que voy a contar, sucedió hace muchos años, en medio de los cerros de la mixteca. Una procesión de  hombres iba caminando, a diferencia de las procesiones religiosas, estos hombres no iban cargando un santo; iban cargando una campana. Para cargar la campana y transportarla se organizaban de esta forma: Usaban un tronco grueso, el cual atravesaban entre el hombro y el asa de la campana, tres hombres se posicionaban en un extremo del tronco y otros tres hombres se posicionaban en el otro extremo. 

Esta campana la llevaban a la iglesia que estaba en un pueblo muy lejano. El camino era largo y muy difícil, ya que estaba lleno de veredas muy estrechas y empinadas; eso sin contar el peligro de encontrarse con un coyote hambriento o algún animal ponzoñoso, todo esto aunado al intenso calor, característico de la zona. El grupo de hombres, caminaba lo más rápido que podía, cuando las personas que iban cargando la campana se cansaban, ponían la campana en el suelo y de inmediato otros hombres de la procesión la tomaban y continuaban su camino. 

Conforme transcurría el día, el grupo de hombres seguía caminando, cuando se dieron cuenta, estaban en el pie de un enorme cerro, lleno de árboles, troncos, ramas, piedras y diversas plantas. La majestuosidad del cerro inspiro miedo en los hombres, pero eso no les importó, ya que estaban dispuestos a cumplir con su objetivo. Empezaron a caminar por dicho cerro, abriéndose camino sobre piedras, caminos llenos de espinas y maleza espesa. Cada paso que daban, cada metro que caminaban se reflejaba en el agotamiento que cada vez les pesaba más.

Un gran coloso.

La noche había llegado, la única luz que los guiaba, era la luz de la enorme luna, el grupo estaba muy agotado, eso los obligó a tomar una decisión, tenían que parar para descansar. Dormir para reparar sus fuerzas invertidas en la travesía, para cuando amaneciera pudieran continuar, ya que el camino aún era muy largo para llegar a su destino. 

En una parte plana del cerro, acomodaron la campana y el grupo se dispuso a descansar, el sueño no tardó mucho en apoderarse de ellos. A altas horas de la noche, un miembro del grupo abrió los ojos para acomodarse otra vez, de pronto vio que la campana no estaba en el lugar donde la habían dejado, se levantó, y empezó a gritar: ¡la campana!, ¡donde está la campana!. Al escuchar los gritos, todos se levantaron rápidamente y empezaron a buscar la campana. Los hombres estaban completamente asombrados, de repente uno gritó: ¡allá la llevan!, señaló con el dedo índice la dirección donde llevaban la campana; empezaron a correr sobre esa dirección para impedir el robo. Como aún era de noche, no podían ver quiénes eran los ladrones, solo se lograba ver  la silueta de la campana moviéndose muy velozmente. Los hombres tuvieron que hacer un esfuerzo muy grande para poder alcanzar a los ladrones. Finalmente, solo encontraron la campana, el problema era que estaba enterrada a la mitad, solo se veía: el medio, el tercio, el hombro y el asa.

Testigo silencioso de la grandeza de la naturaleza.

Algunos hombres estaban asombrados de lo que veían, otros estaban asustados. De pronto alguien dijo: vamos a desenterrar la campana, al mismo tiempo todos empezaron a rascar para sacarla, algunos rascaban con palos, otros rascaban con las manos; de pronto se dieron cuenta de un suceso que los sorprendió y los asusto aún más, entre más rascaban para rescatar la campana, más se hundía.

Guardián de la tierra que se eleva hasta el cielo.

Pasando algunos minutos y al ver que su esfuerzo por rescatar la campana resultaba imposible, los hombres empezaron a dejar de rascar, de pronto, todos se empezaron a ver los unos a los otros. Cuando todos se miraban a la vez, los empezó a invadir un silencio muy aterrador. De pronto, alguien rompió dicho silencio y pregunto: ¿qué ha pasado? Solo la persona que los despertó con sus gritos dio su testimonio de lo que sucedió, pero sin poder responder a todas las preguntas que le se hacían, por lo tanto nadie podía explicar lo acontecido. De repente, uno de los miembros del grupo empezó a hablar, esta persona era de edad avanzada, con la cabeza blanca por las canas. Él dijo: fueron “los duendes”, los duendes son espíritus con forma de niño, con la diferencia que son más rápidos y fuertes que un hombre común. Estos duendes viven en los cerros o lugares donde el hombre no puede entrar. Al ver que llegamos, se sintieron que les invadíamos su terreno y por eso nos robaron la campana. Al escuchar esa explicación los hombres, callados se voltearon a ver  los unos a los otros, se persignaron y decidieron retomar su camino sin hablar de lo sucedido.

Calma y paz que nos brinda la naturaleza.

Este acontecimiento empezó a sonarse por los pueblos cercanos al cerro, llego a oídos de los curas de la iglesia, y mandaron a poner una cruz en lo más alto del cerro para ahuyentar a los duendes. Fue tan famoso este suceso que como consecuencia se le puso el nombre de “Cerro Campana”, y todos los 22 de agosto de cada año se celebra la fiesta conmemorando este evento.  

En cuanto a la campana desaparecida, mucha gente se pregunta en que parte del cerro la enterraron los duendes, todos tienen una respuesta, pero ninguna respuesta tiene fundamento. Lo que si es cierto es que la campana fue enterrada para no volverla a ver jamás. 

Froylan el caminante

‘Sigue mis pasos y te mostraré mis senderos.’

2 comentarios en “El Cerro Campana”

  1. Maria de Lourdes Cariño Ortega.

    Es verdad ,mi padre me contó lo mismo ,desde ese entonces ,se hacen las prsiónes el 22 de agosto., también se dice escuchar el sonido de la campana..

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